SABIAS QUÉ?
QUILCA FUE INCENDIADA POR LOS CHILENOS.

A las dos de la tarde salió un chileno de unas de las naves, comunicando que desalojen el puerto en el angustioso plazo de 5 minutos, lo que apenas dio tiempo a los pobladores para ponerse a salvo, procediendo a incendiarse las casas particulares, almacenes y la ranchería del puerto; luego pasaron al pueblo que queda a un kilómetro de distancia y cuyas viviendas fueron igualmente incendiadas quedando sus moradores a la interperie.
Continuaron su destrucción bajando por el valle incendiando pueblo nuevo, platanal, Huarangal, Uchae, Quiroz, Higueretos y monto grande.
Como a las 6 de la tarde abandonaron los vapores el puerto, dejando el pueblo reducido a cenizas. Actualmente este distrito cuenta con una preciosa caleta, la cual servía de escondite al Almirante Miguel Grau Seminario, quien se valía de esta, para burlar a los barcos enemigos en pleno conflicto con el vecino país del sur.
Este tradicional distrito tiene su virgencita de la candelaria que según dicen es más antigua que la milagrosa de Cayma en Arequipa, según los escritos de los nobles historiadores y su devoción es hoy tan ferviente, que cada año sigue creciendo.
Hoy en día el distrito de Quilca es uno de los más hermosos con los que cuenta nuestra localidad, en lo que se refiere a belleza, destacando en lo natural con hermosas playas y caprichosas formaciones rocosas con una tan variada como rica fauna marina. Entre las playas más conocidas que tiene están la de San Marino, luego la preciosa y acogedora “Miel”, también cuenta con una hermosa caleta que se encuentra antes de llegar al valle la cual abastece a Camaná de diversas especies marinas y sirve a los turistas como punto de embarcadero para que de allí se parta a circuitos de paseos por otras playas de incalculable belleza como lo son Arantas, La Francesa, Honoratos , Hornillos, entre otras más.
¿SABÍAS QUÉ CAMANÁ TUVO DOS FUNDACIONES?
La primera fundación se llevó acabo por encargo del
Marqués Francisco Pizarro, quien envió con esta misión a sus comisionados
quienes pactaron sobre el lugar conveniente para la nueva ciudad que serviría
de nexo entre el Cuzco y Lima en el valle de Camaná, con ello se procedió a
determinar el área de la plaza mayor y en el centro se plantó una pica, la cual
consiste en un grueso palo, símbolo de jurisdicción civil y criminal del pueblo
naciente, se destinó un solar a Cabildo y en la misma plaza se planta la cruz
que indica el lugar de la capilla cristiana que debe ser construida por los
fundadores. Cumplidos con estos actos, preliminares, se procede al ceremonial
feudal de rito de la época, sentando el acta respectiva el escribano público de
su majestad, Alonso de Luque.
Este acto fue presidido por el alcalde Mayor Alonso de Cabrera y Garcí Manuel
de Carbajal que tuvo a cargo la ceremonia, vestido de gala con casco y armadura
metálica deslumbrante al sol, avanza separándose del grupo con el estandarte de
Castilla en la mano izquierda y en la diestra la brillante espada, blandiendo
ésta y amenazando hacia los cuatro puntos cardinales contra quienes
pretendieran oponerse a su progreso.
La fecha en que se llevó acabo fue un punto de controversia entre los
historiadores de la región llegándose al consenso entre estos de que se llevó
acabo un día de noviembre de 1539, ya que recién desde 1839 año en que se
asciende la ciudad a “Hermosa Ciudad” es que se toma como día central el 9 de
noviembre.
La segunda fundación se llevó acabo en la ribera opuesta donde fue fundada la
anterior con una ceremonia medieval de carácter mixto, político religioso que
se efectúa con el ritual de la época, el 29 de setiembre de 1557, día en que la
iglesia celebra la advocación de San Miguel Arcángel, patrón de la Villa; de
ahí que se le denominara Villa de San Miguel y se le agregara de Rivera en
recuerdo de su reciente fundador, aunque en documentos inéditos de la época se
acoplan las denominaciones de la antigua y moderna Villa, llamándosele Villa
Hermosa de San Miguel de Rivera.
Camaná, cuna de personajes ilustres
LORENZO HIPÓLITO GONZALES PASTOR
Nace
en Camaná el 13 de agosto de 1782, hijo del Capitán Manuel Gonzales
y doña Francisca Pastor.
Lorenzo
Hipólito, también conocido como Lorenzo Román Gonzales, fue un pródigo y
combatiente militar que alcanzó el grado de coronel, gracias a su valentía y
sacrificio, puestos a prueba y valor único. Su espíritu combativo, el mismo que
lo llevaba a seguir adelante, pese a sus lesiones o heridas a flor de piel, se
ganó el apodo de “Pecho peruano”, en virtud a tales características. Como
señala Juan Gordillo en su “Historia del asesinato del General
Salaverry”, lo que nos da fe de su valía:
“Dedico
esta obra a la memoria del coronel Lorenzo Román Gonzales que en su vida puesta
al servicio de la nación, éste ilustre vencedor de Junín, Ayacucho, Uchumayo,
Yungay, Dos de Mayo y otras acciones de miras y ponderación”.
El
testimonio de sus acciones puede apreciarse con claridad en las anotaciones del
historiador de Salaverry, Manuel Bilbao, que dice:
“El
coronel Lorenzo Gonzales estaba de turno cuidando el puente por donde debía
pasar Santa Cruz, pero como resultaba molestosa tal vigilancia, mandó
Salaverry, a las dos de la mañana a la columna ligera que comandaba el Coronel
Lorenzo Gonzales y estaba de turno se retirase al acto. La toma del puente
Uchumayo era muy difícil para los Bolivianos y al intentarlo perdieron mucha
gente, por eso el general boliviano Ballivián ordenó tocar retirada, entonces
cuando los bolivianos huían, el coronel Gonzales encimó a las tropas enemigas
hasta la conclusión del desfiladero sin haber recibido lesión ni él ni sus
tropas...
ANDRES SEGURA
Quien
nació el 4 de febrero en Yauca, antiguo distrito septentrional de la provincia
de Camaná. Si es cierto que no vio la primera luz en el valle de Camaná, en
cambio vivió muchos años entre nosotros, contrajo matrimonio con una de
nuestras damas, la Sra. Felipa de la Cadena, camaneja 100 %.
Entre
los episodios más importantes de su vida militar, en 1841, Segura tenía sólo el
grado de Capitán, y en enero del indicado año era jefe del regimiento “Húsares
de Junín”, que a la sazón se encontraba en Arequipa.
Habían
pasado recién dos años del triunfo de la restauración sobre la confederación y
se enfrentaba con audacia juvenil a la victoria de la primera, el movimiento de
los militares jóvenes al mando del general Mariano Ignacio de Vivanco, con el
nombre de regeneración. Desleal e ingrato Vivanco con Gamarra, que lo hizo
prefecto de Arequipa, se subleva contra él, el 1 de enero de 1841, acusando a
su protector de haber subido al poder protegido por las bayonetas extranjeras y
de haber violado la Constitución de 1834.
El
17 de enero del año 41 estaban listos los regeneradores para emprender la
marcha sobre Lima, cuando se supo que el General San Román, comprometido con
Vivanco, reaccionó a favor de Gamarra; ante esta situación el regimiento
“Húsares de Junín”, que estaba en momentos de emprender la marcha sobre Lima,
se pronuncia el 20 de enero a favor de Gamarra, a iniciativa del capitán Andrés
Segura, que vuelve las espaldas a Vivanco, con quien se había comprometido,
pero comprendió que en todo caso debía estar con el gobierno legal. Esta
actitud de Segura, permite que las autoridades gobiernistas vuelvan a sus
puestos 6 días después de haber sido abandonados.
En
conclusión, si el Capitán Andrés Segura, el 20 de enero de 1841, no hubiera
reaccionado a favor del gobierno de Gamarra, haciendo que el regimiento
“Húsares de Junín” se pronuncie en su favor, el movimiento de los
“Regeneradores” de Vivanco hubiera ganado mucho tiempo en la marcha que se
proponía sobre Lima y en la propaganda en la región sur.
Otro
episodio de la vida de Segura está íntimamente ligado con la aventura del buquecito
del “Talismán” en el que vino de Chile el 10 de octubre de 1874 con 48 hombres,
todos a las órdenes de don Nicolás de Piérola, desembarcaron en Pacocha y
tomaron Moquegua. Manuel Pardo que estaba de presidente de la República,
entrega el poder al vicepresidente y se dirige al sur a combatir a los
revolucionarios, entre los que estaba el General Segura, ocasionándole
perturbaciones y celos al caudillo, pero fueron derrotados por Piérola el 6 de
diciembre de éste año, en el combate de “Los Ángeles” que fue apresado por el
Huáscar, al mando de Grau.
El
General Segura combatió en la batalla de Miraflores, haciendo frente al enemigo
invasor, en su condición de artillero y guerrero líder a la edad de 70 años,
cuando ya muchos combatientes declinan estar al frente de la batalla,
demostrando entereza y arrojo en pro de la defensa del sagrado bicolor nacional.
El General Segura, murió en Lima el 8 de
setiembre de 1886 a la avanzada edad de 75 años, sus restos reposan en un
hermoso mausoleo de mármol blanco con el busto del extinto en la parte superior
y con letras negras tiene éste epitafio “General de Brigada Andrés Segura.
Nació el 4 de febrero de 1811, falleció el 8 de setiembre de 1886, concurrió a
cinco batallas nacionales y varias acciones de guerra” la Constitución nacional
por ley del 12 de setiembre de 1857 lo condecoró con una medalla como defensor
de la Constitución de 1856..
Dr. MARIANO SALAZAR CALDERÓN GUTIÉRREZ,
Nació
en Camaná el 10 de febrero de 1850, sus padres fueron Fermín Salazar y su madre
María Gutiérrez, sus estudios de primeras letras los hizo en el caserío de
Moquegua Arriba, donde la Sra. Mercedes Crevocier de Gonzales, de allí pasa a
la escuela del maestro Araníbar, que funcionaba en el local de la antigua
iglesia de la Merced, de aquí pasa al caserío El Monte, donde tenía su escuela
don Juan Bautista Gonzales. En 1865 viaja a Lima y en el año siguiente se
matricula en el Colegio Normal Central.
En
este año surgen las dificultades con España y, entusiasmados los adolescentes
del Normal Central, en número de 20 presentan una solicitud al director del
colegio para que les permitan prestar su contingente de sangre en las defensas
del Callao contra la escuadra española que comandaba el Almirante Costo Méndez
Núñez. Se les concede el permiso solicitado y nuestro coterráneo Salazar
Calderón es destacado a la batería “Pueblo”. De aquí se dispara contra la
corbeta española.
“La
Numancia” obligándola a salir de combate para repararse y volver a disparar contra
la batería Pueblo que al dar en el blanco es inutilizada, en tal situación los
defensores se ven obligados a trasladarse a la torre de la Merced.
Estando
en el interior de ésta, una fuerte conmoción los obliga a salir al exterior,
vieron entonces que los cañones habían sido desmontados de sus cerreñas, varios
heridos que proferían quejidos y muerto el Ministro de Guerra, don José Gálvez.
Muchos
heridos fueron trasladados al hospital, mientras que nuestro paisano seguía en
pie, hasta ese momento del combate había sido alcanzado en la batería Pueblo
por una ráfaga de metralla en el pie derecho; por su amor por la patria, su
entusiasmo en la lucha empeñada, no le habían permitido percibir dolor.
Luego
de tan fragorosa lucha con la intensificación del malestar y la pronunciación
de la herida, el valeroso joven combatiente es trasladado a Bellavista y de ahí
al hospital de San Bartolo de Lima...recuperado de sus heridas continúa sus
estudios en Lima, en el año de 1874 retorna a Camaná, donde es nombrado
subprefecto a la edad de 24 años, se gradúa enseguida en Arequipa de Abogado y
culmina sus días en Camaná ejerciendo el cargo de Juez en Primera Instancia, no
sin antes participar activamente como revolucionario cacerista en el año de
1899, fallece el año de 1935 a los 85 años de edad...
JOSE CAMILO VALENCIA PACHECO
El
héroe José Camilo Valencia, nace en Camaná el 25 de julio de 1837, del
matrimonio de don José Anselmo Valencia y doña Dominga Pacheco, la carrera en
las armas la inicia el año de 1855 a la edad de 18 años. Valencia sienta plaza
de Sargento segundo distinguiéndose en el batallón “Callao”. En las
revoluciones de Castilla contra Vivanco y de éste contra Castilla, Valencia
acompaña al Gran Mariscal y asiste al combate de las siete combas a órdenes del
Mariscal San Román y remata esta campaña asistiendo al asalto y toma de
Arequipa los días 6 y 7 de marzo de 1858, hombro a hombro con los grandes
guerreros peruanos con quienes le tocó actuar más tarde. Posteriormente, hace
la campaña contra la invasión española de 1865 a órdenes del General Pezet.
Asiste a la batalla y toma del Morro de Arica el 8 de mayo del mismo año, a
órdenes del coronel Gabriel Ríos.
Después,
contra la escuadra española que ataca al Callao, Valencia asiste al combate del
dos de mayo a órdenes de Mariano Ignacio Prado. Dos años después actúa a favor
de Pedro Diez Canseco. En 1872 apoya y sostiene las leyes de la República a
bordo del monitor “Huáscar”, el 22 de julio bajo el comando del entonces
Capitán del Navío Miguel Grau. En 1875, obedeciendo órdenes del Coronel
Buenaventura Aguirre, asiste al combate de “Puruguay” el 12 de enero de ese año.
Hasta
aquí los antecedentes militares del camanejo Valencia, alternado con brillantes
estudios y acciones heroicas llevadas a cabo con el propósito de ascender,
hasta que consigue los galones de Capitán de Infantería, ascenso que
coincide con la infausta guerra con Chile de 1879 y nuestro paisano se apresta
a ir a la vanguardia de las tropas y bajo las órdenes del General Buendía, con
ese entusiasmo y fe que tanto alienta a los predestinados a alcanzar el laurel
de la inmortalidad.
Después
de la batalla de Dolores y emprendida la retirada a Tarapacá, las dos
divisiones que se mantenían íntegras y ordenadas, constituyendo el eje
alrededor del cual debía girar todo el ejército peruano, eran las que comandaba
el entonces coronel Andrés Avelino Cáceres y la otra al mando del Coronel
Francisco Bolognesi. Al Capitán Valencia le toca estar al frente de la quinta
compañía del Batallón 2 Ayacucho, cuyo jefe inmediato era el Coronel Agustín
Moreno, pero estas tropas integraban la tercera división que estaba bajo las
órdenes del que después fue héroe de Arica, Coronel Francisco Bolognesi.
El
Capitán Valencia, que se encuentra empeñado en un combate con fuerzas enemigas
que se batían en retirada a un poblado denominado Huarasina, recibe órdenes
terminantes del Coronel Bolognesi en el sentido de que no permitía el
atrincheramiento del enemigo en la aldea indicada y que tratara de desalojar,
cueste lo que cueste, autorizándolo a que reuniese todas las tropas que pudiese
para empeñarlas en tal acción, de la que dependía el éxito de la próxima
batalla. Pero ya el enemigo estaba atrincherado en Huarasina y contaba con
mayores elementos de los que disponía el Capitán Valencia; felizmente éste
remplazaba su deficiencia numérica con el valor que supo comunicar a sus tropas
y con el ejemplo que él dio ocupando los puestos de mayor peligro ante el
ataque que requería su presencia frente a las tropas que comandaba.
Las
circunstancias así lo exigían, también en Waterloo se enfrenta a los cañones
enemigos con la espada partida, sin sombrero, con una chatarrera menos,
jadeante y polvoriento, preguntando a los artilleros ingleses si no había una
bala para él. Pero las balas desviaban la dirección para no matar al héroe.
Igual acontecía en Huarasina, ante el heroísmo de Valencia, que a la cabeza de
sus tropas, avanza cada vez más contra la aldea y la incendia para desalojar al
enemigo ocupante.
Llega
hasta la tienda del primer jefe del Regimiento Segundo de Línea del ejército
chileno, a quien el Capitán Valencia intima a rendición. Dos disparos de
revólver al enemigo fueron el primer anuncio de la respuesta ofensiva que venía
enseguida, pero las balas tan sólo queman las orejas del valiente jefe peruano
que, antes de amedrentarse, impone imperativamente rendición al
enemigo y jactanciosamente y en tono despectivo y burlón, contesta “Chile es
muy grande para que se rinda ante un enemigo de...”.
El
Capitán Valencia, que estaba con la espalda desnuda, no puede consentir
semejante ultraje, salta sobre el ofensor con la rapidez de un felino,
valientemente, en forma inesperada para ambos, como movido por una corriente
eléctrica. La escena se desarrolla en segundos,
fue
la reacción de un valiente ante el honor militar ultrajado y la
dignidad de la patria, cuya integridad se estaba defendiendo. El
comandante chileno se desplomó con el cuello herido por una estocada mortal.
Era don Eleuterio Ramírez, jefe del Regimiento Segunda Línea del ejército
chileno y Comandante en jefe de las fuerzas enemigas en Huarasina. Este
espisodio que se realizó a las 3 de la tarde, preparó el éxito de la
batalla final que terminó a las siete de la noche del 27 de
noviembre de 1879 en las alturas de Tarapacá.
De
no haber sido eliminado el destacamento enemigo en Huarasina, por el arrojo del
Capitán Valencia, otro hubiera sido el resultado final de la batalla, que en
vez de victoria sería derrota.
El
episodio en la aldea referida, acción digna de glorificar, no se redujo a la
certera estocada del jefe peruano. Antes hubo un prolongado combate que duró
horas y en el que mueren oficiales peruanos como Tafur, Marquesado y el
subteniente Ponce, batiéndose bajo las órdenes inmediatas del Capitán Valencia.
Culmina con la audaz acción de éste, porque a él se dirigió Bolognesi,
conocedor de su arrojo y de lo que era capaz. No estaba equivocado el futuro
héroe de Arica porque Valencia no sólo derrota a las fuerzas contrarias y toma
el objetivo eliminando al jefe enemigo frente a frente, hombre a hombre,
después de haber recibido de éste dos disparos a mansalva que contribuyen a
enardecer aun más al valiente camanejo.
Por
esa acción de armas, el capitán Valencia es ascendido a Mayor, con éste grado
pelea en la batalla de Tacna seis meses después (28 de mayo de 1880), donde su
comportamiento es igualmente heroico, como lo prueba su nuevo ascenso después
de esta batalla a la clase de Teniente Coronel de Infantería. Las fatigas de
esta campaña minaron su organismo, sorprendiéndolo la muerte en la ciudad de
Cuzco el 12 de abril de 1882 a la edad de 45 años, cuando aún el país estaba en
plena guerra y su territorio invadido.
El
héroe José Camilo Valencia dejó un hijo que residía en Lima, el
Mayor de Infantería José Rudecindo Valencia, que también tomó parte en la
indicada batalla al lado de su heroico padre, peleando con la clase de Sargento
Primero; él quedó en protección de la espada gloriosa con la que su padre luchó
en Huarasina, vengando el ultraje inferido a su patria dando muerte, en cambio,
el enemigo.
DR. NICOLÁS DE PIÉROLA FLORES.
Nace
en Camaná el 11 de setiembre de 1778 y cuyo nombre original es José Nicolás
Fernández de Piérola Flores del Campo. Hijo de don Pedro Fernández de Piérola y
doña Pascuala Flores del Campo. Es preciso anotar que la tradición de llevar la
preposición “De” o la contracción “Del” correspondía durante la dominación
española a la gente de alcurnia; ocurrida la emancipación del Perú, los apellidos
compuestos y los antefijos se suprimen voluntariamente, decisión por la que
optó nuestro ilustre personaje, vivió en el sector del Monte o Huarangal, lugar
donde pasó los primeros años de su vida.
Realiza
sus estudios primarios en Arequipa en el colegio del Seminario, cuyo director
de ese tiempo era el obispo Chávez de la Rosa. Viaja a Lima en 1814
a estudiar Jurisprudencia en España y tres años después se gradúa de Abogado en
la Real Audiencia de Sevilla a los 29 años de edad, abriendo su estudio, que
fue prestigioso, deseoso de superarse y satisfaciendo su afición por el estudio
de las ciencias naturales que lo atraen, se da tiempo para matricularse y
seguir estudios académicos sobre esta disciplina científica especialmente en
las ramas de química, mineralogía y botánica.
Dos
años después de haber obtenido su grado profesional, es solicitado para
desempeñar la cátedra de Legislación en la Universidad Central de Madrid. Su
fama se abre paso no sólo en el foro y en la cátedra, sino que también es reclamado
en la política, por eso al año siguiente, es elegido diputado a Cortes a raíz
del restablecimiento de la Constitución de Cádiz de 1820. A principios de 1826
o sea después de 12 años consecutivos de permanencia en Europa, el doctor
Piérola regresa al Perú, que ya se encontraba emancipado.
Establecido
en Lima y conocidos allí sus méritos y competencias profesionales, la patria
comienza a utilizar sus servicios y es elegido miembro del primer comité de la
Junta Suprema de Sanidad y a su vez es nombrado sub director general de Minería
y publica el diario científico “Memorial de ciencias naturales y de industrias
nacional y extranjeras”.
ES
ELEGIDO DIPUTADO POR CAMANÁ. Al término del gobierno de Santa Cruz se convoca a
la elección de un congreso constituyente extraordinario en el que el Dr.
Piérola es elegido diputado por Camaná, el mismo que es presidido por el Dr.
Javier de Luna Pizarro.
Dados
sus conocimientos adquiridos en España como ex-diputado, Piérola es designado
secretario, siendo ambos representantes del partido liberal, el Congreso es
instalado el 11 de junio de 1827, siendo el segundo del Perú independiente,
elige de Presidente de la República al Mariscal La Mar y deroga la Constitución
Vitalicia que impuso Bolívar.
PIÉROLA
FUNDA EL PRIMER PERIODICO DIARIO DEL PERÚ
Durante
cuatro años el Dr. Piérola no tuvo figuración alguna, debido al desastre de la
guerra con Colombia por la derrota de La Mar en 1829 y la deposición de éste
por Agustín Gamarra, quien asume el cargo en medio de un caos político, de
sublevaciones y de irregularidades gubernativas, las cuales tampoco dieron un
sólido soporte a su gobierno, tratando éste de conducir el estado con acciones,
autoridades y de ipso. El Dr. Piérola, hombre de política avanzada, espíritu
culto y ponderado, se da cuenta de la gravedad del momento político e histórico
que vive la nacionalidad incipiente y la conveniencia y oportunidad de acudir
en su ayuda y funda en Lima “El Telégrafo”, primer periódico diario que ha
tenido el Perú.
PIÉROLA
EJERCE SU PROFESIÓN EN CAMANÁ
El
15 de octubre de 1842, a los seis años de estar presidiendo el Congreso Sud
peruano de Sicuani, se encuentra en Camaná ejerciendo su profesión de abogado,
tiempo en el cual es elegido alcalde de Camaná. El año de 1845 se dirige a
Lima, donde es nombrado por el presidente de la República Mariscal Ramón
Castilla, director del Museo Nacional, cargo que desempeña hasta 1852 y en el
que aprovecha para fundar otro periódico que intitula “El Ateneo Republicano”.
Cuando Echenique asume el poder, nuevamente Piérola es convocado, esta vez como
Ministro de Hacienda, realizando una proficua labor, obteniendo como resultado
el ascenso de la riqueza fiscal, la consolidación de la deuda interna, la
conversión de parte de ella en externa, la continuación de los trabajos del
ferrocarril Arica-Tacna, la colonización y navegación del Amazonas, la vigencia
del Código Civil en 1852 etc, etc, etc. Su actuación fue brillante, progresista
y sobre todo efectiva.
El
Dr. Piérola se casa con doña Teresa Villanueva Pérez, natural del distrito
Andaray, provincia de Condesuyos, de éste matrimonio nacieron Manuel,
Francisco, Carmen, Felipe, Amadeo, Carlos y Nicolás de Piérola Villena, notable
estadista, que fue a la sazón dictador del Perú durante la guerra con Chile,
fundador del partido demócrata y presidente constitucional de la República.
Frecuentemente
se confunden padre e hijo con el homónimo y por haber sido ambos ministro de
Hacienda, el padre en el gobierno del General Echenique y el hijo en el de don
José Balta.
Un
24 de enero de 1857, fallece tan destacado hombre público, a la edad de 69
años, estando de presidente de la República su amigo y correligionario, el Gran
Mariscal Ramón Castilla. Gracias al decreto 9999 sentenciado por el presidente
Prado y propulsado por el camanejo Gorriti, se crean 5 distritos de los cuales
uno lleva su nombre como testimonio de presencia y orgullo perenne de los
camanejos.
JOSE MARIA QUIMPER Y CABALLERO
Nace
en Camaná el 18 de setiembre de 1830 del matrimonio del Coronel Manuel Químper,
con la señora Mercedes Caballero, en el caserío de Huarangal. Desde muy niño
fue trasladado a la ciudad de Arequipa, donde cursó sus estudios primarios y
secundarios, ingresando a la Universidad San Agustín muy joven, en tiempo en
que era el rector el Deán Valdivia, quien apreciando los dotes del estudiante
camanejo, lo nombró profesor de francés en la universidad cuando recién tenía
16 años, con un sueldo que le permitió sostener sus necesidades elementales. En
1850, cuando recién cumple los 19 años, se gradúa de Abogado, doctor en letras,
ciencias políticas, jurisprudencia, teología. Con estos títulos ingresa de
profesor al Colegio de la Independencia y es miembro de la Academia Lauretana.
En
busca de más amplios horizontes, para sus inquietudes intelectuales, se
traslada a Lima en 1855 como secretario del General San Román, estableciéndose
en Lima de Abogado. Diez años actúa en Lima en el ejercicio de su profesión,
acreditándose y prestigiando su Bufete que logra colocarse entre los primeros
hasta que surge el conflicto con España y se traslada a Arequipa para tomar
parte en la revolución que encabeza el prefecto Coronel Prado el 28 de febrero
de 1865. Químper cuenta con 34 años de edad y ya era un liberal convencido de
que había sentado su prestigio de fogoso periodista, oponiéndose a todo arreglo
pacífico con España. Al asumir Prado la presidencia, designa a José Maria
Químper como ministro de gobierno, el mismo que también era integrado por José
Gálvez como Ministro de Guerra, José Simeón Tejada, de Justicia; Toribio
Pacheco, de Relaciones Exteriores; Manuel Pardo, de Hacienda.
El
doctor Químper, como Secretario de Gobierno, tuvo un loable desempeño; entre
sus principales acciones destacan la regulación del orden público, en 1866
expide un reglamento orgánico de municipalidades, reglamentó la arquitectura
civil y atendió la salubridad pública, implantó la navegación a vapor en los
ríos de las montaña, reglamentó el censo de población, se preocupó por
establecer el sistema métrico decimal, reglamentó los pesos y medidas, etc.
Químper, luego de desempeñar sus cargos se retira 2 años de la política para
volver en 1879 en las peores circunstancias para la patria. Pérdida de la
campaña marítima con Chile y con ella el rico territorio de Tarapacá, se
produce crisis económica en el gobierno de Prado, caen dos ministros de
Hacienda, hasta que es llamado nuestro paisano en momentos tan difíciles.
Derrocado
el régimen de Prado por la dictadura de Piérola de 1879, encontramos nuevamente
a nuestro coterráneo, formando una comisión ante el General Cáceres, para que
reconociera el gobierno de García Calderón, lo que finalmente se consiguió.
Después
de la batalla de Lima y la toma de Lima por el invasor, los chilenos enviaron a
Químper como desterrado político, sin embargo a su retorno forma el partido
liberal y es elegido Diputado por tres provincias. Pero él, camanejo ciento por
ciento, optó por la representación por Camaná, la tierra donde había nacido e
ingresó a la Cámara en las filas de los liberales avanzados.
Como
congresista, Químper fue ferviente luchador, docto en los temas en debate, sus
argumentos por lo general eran difíciles de rebatir, siendo parte de la minoría
en el gobierno de Cáceres, del que sólo pudo salir mediante la fuerza pública,
atropellando sus derechos de congresista. La oposición del líder demócrata
Químper, a quien se le atribuye la frase “De qué se trata, para oponerme” sólo
sirvió para dar gloria a la tierra en que naciera y para adquirir como orador
un prestigio que todavía nadie ha superado.
Luego
de retirarse de la política, Químper se dedicó a la labor de publicista y
escritor. Entre las principales obras que publicó están “Derecho político
general”, obra elogiada por jurisconsultos de Europa y de América; “El
liberalismo”, obra de carácter doctrinario que dedicó a la juventud, “Las
propuestas de los tenedores de bonos”, “Apreciaciones e indicaciones
políticas”, entre otros.
Además
de las publicaciones de dichas obras fundó el periódico “Los amigos del
pueblo”. Como leal y auténtico camanejo, quiso establecer un colegio de
instrucción secundaria, en memoria de su hermano fallecido tempranamente,
Ricardo Quimper, que luego fue instaurado en la capital. Muere el Dr. José
Maria Químper el 4 de junio de 1902 en Lima. Resumiendo el paso de su vida por
esta tierra, en el soneto que acicló Villarán, lo dedicó al partir de la misma:
“La
enseña bicolor está de duelo
y
de duelo también está la ciencia
no
existe el liberal por
excelencia
el
genio que cual águila alzó el
vuelo”.
JOSÉ SEBASTIÁN BARRANCA LOVERA
Nació
en Acarí, circunscripción de la antigua provincia de Camaná el 27 de febrero de
1830, hijo de don José Manuel Barranca y de doña Isabel Lovera, de nacionalidad
española, a la edad de 6 años fue trasladado a la ciudad de Ica, aprendió a
leer bajo la dirección del maestro de escuela del pueblo Santiago, Don Domingo
Bóveda. Al cumplir los 16 años llega a Lima, en 1846, después de haber cursado
sus estudios secundarios en el colegio de Ica. En Lima ingresa al colegio de
don Manuel Suero ubicado en la calle de Los Descalzos. En 1860 se gradúa de
doctor en ciencias; su inquietud por saber lo hizo aprender y dominar ocho
idiomas: castellano, latín, quechua, griego, aymara, francés, alemán e inglés.
Esto
le permite ocupar por concurso el profesorado de griego y alta latinidad en el
Colegio Nacional de Guadalupe, donde también se encargó de la Biblioteca de la
institución, acrecentando aun más su cultura. Desempeñó la cátedra de Historia
Natural en la Facultad de Ciencias. En 1869 se le nombra director del Museo de
Historia Natural, que era nominal, y Barranca fue prácticamente el que lo
incrementó, clasificó y organizó en forma científica.
Desdoblada
por ese tiempo la cátedra de Ciencias Naturales, se le encomienda al Dr.
Barranca la cátedra de Geología, en cuyo desempeño alcanza el más grande de sus
éxitos. Sus obras de consulta eran célebres alemanes que él traducía
admirablemente, proporcionándoles a los alumnos los apuntes de sus lecciones.
Al
año siguiente 1872, el gobierno lo nombra naturalista y químico del Ministerio
de Hacienda y Comercio; el 9 de mayo de 1876 se le nombra profesor de
Metalurgia General en la Escuela de Ingenieros de Lima. El 3 de mayo de 1881 la
Facultad de Ciencias le encomienda la cátedra de Química Analítica y el
Ministerio de Instrucción lo nombra profesor de Química en el Colegio de
Guadalupe. Estudió Medicina, pero no quiso recibirse de Médico, porque la
enseñanza de la juventud le atraía y quiso dedicar su ciencia y su vida al
servicio de ella, por eso no sólo trabajó de profesor y de catedrático en la
Universidad y Colegios de Ingenieros de Lima, sino también en planteles de
Ayacucho y Huancavelica, enseñando Francés, Griego, y Latín, y por enfermedad
del titular de Matemáticas, enseñó Álgebra, Trigonometría y Geometría en la
Escuela de Ingenieros de Lima.
Este
hombre maravilloso dormía como Edison de 3 a 4 horas
diarias. Nuestro paisano tenía un continente de sabiduría, versado
en Geología, Mineralogía, Paleontología, Botánica, Matemáticas y Astronomía,
etc., comprometía el respeto y admiración de quien lo contemplaba “alto,
macizo, de lentísimo andar, esmeradamente limpio, en paupérrima sencillez- en
sus cursos era parco en el decir y bondadoso; si carecía de brillo y elegancia
en sus explicaciones, era en cambio, profundo y se esforzaba para que todos lo
entendieran y dejaba ver su enorme bagaje de conocimientos.
Dicen
que no se enfadaba nunca y que a la audaz salida del alumno que no sabía
contestar, el sabio sonreía y alentaba al joven para que estudiara con amor,
trocando lo árido en agradable. Barranca demostró también su gusto literario y
poético, ya que se encargó de la traducción del quechua al castellano del drama
“Ollanta”, cuyo trabajo dio a conocer muchos años de labor paciente en 1868.
El
sabio Barranca publicó muchos trabajos, pero la mayoría de sus obras está
inédita y podría constituir varios volúmenes de las más variadas actividades
intelectuales dado su talento polígrafo y su acucioso espíritu de trabajo.
El
Dr. José Toribio Polo, señala que nuestro coterráneo Barranca descubrió algunos
ácidos extraídos de vegetales de nuestras montañas, que
clasificó algunas especies vegetales de nuestra puna y que colaboró
en varias revistas nacionales y extranjeras, en especial de Berlín, cuya lengua
dominaba; al respecto, el profesor alemán Kremplhuber, denomina una especie
nueva con el nombre de lecidea Barranca en honor del sabio peruano.
Barranca
fallece el 4 de diciembre de 1909, estando en Lima.
NICANOR SANTOS PALOMINO.
Nació
en Jaquí, antiguo distrito de la circunscripción territorial de Camaná, del
matrimonio de Juan Pedro Palomino y la virtuosa matrona doña María Aranguren. Sus
estudios secundarios los cursa en Lima, ingresando después al Seminario de
Santo Toribio, atraído por la vocación sacerdotal, llegando a ordenarse el 13
de marzo de 1875.
Dadas
sus singulares dotes magistrales, nuestro paisano es designado por sus superiores
para que enseñe Matemáticas en el mismo Seminario, docencia que se prolonga
hasta 1881. El 25 de marzo de ese mismo año ingresa a la Compañía de
Jesús como uno de los soldados de san Ignacio, profesando el 8 de setiembre de
1892. Estuvo inspirado el padre Palomino al incorporarse a la Orden de los
Jesuitas, pedagogos por excelencia desde el tiempo de la Contra Reforma,
quienes valorando sus dotes singulares para la enseñanza, le encomiendan las
asignaturas de Filosofía y Teología en el Noviciado de Pifo (Ecuador), donde
permanece hasta 1898 que se establece en el Colegio San José de los PP Jesuitas
de Arequipa.
El
Palomino viene por primera vez a esta ciudad y a él se le encomiendan las
asignaturas de Filosofía y Matemáticas. Fue muy culto y virtuoso,
modesto hasta la humildad, cuando se pretendía besarle la mano, presentaba una
medallita que llevaba en el cinto.
Doctor
y sabio consejero debido a su profundo conocimiento de la vida, lo que le
permitía acertar siempre con sus consejos. Expuesto por medio de su palabra
fácil y persuasiva, poseedor de una gran cultura científica, su ingenio brilló
como maestro, filósofo y teólogo, por eso el obispo Olguín lo tuvo como
consejero debido a esas cualidades y a su don de prudencia.
Durante
30 años tuvo a su cargo los sermones para caballeros en la Iglesia de la
Compañía de esta ciudad, que por la profundidad del concepto, la
sabiduría del contenido y la elocuencia en la forma, se hicieron
famosas durante seis lustros. Fue el primer jesuita que murió en Arequipa
en olor de santidad, por eso las personas que lo conocieron y
principalmente la pléyade brillante de discípulos que formó, se disputaban
trozos de su vestiduras para conservarlas como reliquia.
DR. JOSE GRANDA ESQUIVEL
Nació
en Camaná un 26 de marzo de 1835, del matrimonio de don José de la Granda
con doña Juana Esquivel, fue cuarto hijo de éste hogar y el único
varón; dio desde su infancia pruebas de su gran talento a pesar de que su padre
murió antes de que él naciera, su madre viuda hizo un esfuerzo y lo llevó a
Lima, donde ingresó a los colegios de Noel y Zapata que por entonces eran los
primeros, cursando en ellos sus primeros estudios, pero el pequeño José daba
cada vez sorpresas por su gran talento, resolviendo su señora madre darse
íntegra ante el propósito de proporcionarle a su hijo una educación esmerada, y
apenas cumple los 11 años lo envía a Europa en 1846.
Ingresa
en Burdeos en un colegio particular y al año siguiente es trasladado a
Inglaterra, radicándose en la ciudad de Windsor, donde cursa sus estudios en el
Colegio de Bylis Hause, adquiriendo los primeros conocimientos en Matemáticas,
Ciencias y Lengua, que determinaron el derrotero de su vida consagrada a las
ciencias y a la enseñanza. Tres años después, en 1849, resuelven
trasladarlo a España y aquí sigue sus estudios en el Real Seminario de Vergara,
siendo cada vez más promisorios los resultados obtenidos, despertando a los
suyos el interés por cultivar su gran talento.
En
1851 viaja a París y al año siguiente ingresa a la Escuela Central, aquí
concluye sus estudios de Ingeniero Civil en 1855 cuando apenas había cumplido
los 20 años, radicándose en la capital francesa hasta 1859 y ejerciendo su
profesión con éxito.
Coincidió
esta situación con el propósito del gobierno del Perú de establecer en Lima una
Escuela Normal Central, con cuyo objeto destacó a Europa una comisión para
contratar a los mejores profesores del continente. Por suerte, los comisionados
dan con nuestro paisano Granda y lo contratan como Profesor de Matemáticas,
recuperando de éste modo al Perú a uno de sus ilustres hijos, que de otra
manera lo habría perdido por falta de campo de acción en su patria para los
hombres de ciencias de esa época.
A
esta feliz circunstancia debemos que en 1860 tengamos a nuestro coterráneo
Granda de director de la primera Escuela Normal Central que se estableció en
Lima. No satisfecho con el gran acervo cultural que trae de Europa,
sigue sus estudios de ciencias en la Universidad de San Marcos, con tan
brillante éxito que se gradúo de doctor en ciencias y en 1866 se le
nombra catedrático titular de Matemáticas Trascendentales de la universidad más
antigua del continente.
Diez
años después en 1876 lo encontramos como profesor principal de la Escuela
Especial de Construcciones Civiles y de Minas y miembro del Consejo Superior de
Instrucción Pública.
Por
esos tiempos asume la alcaldía de Lima don Manuel Pardo y forma una junta de
los hombres más destacados de la capital, que la llamó LA JUNTA DE LOS CIEN,
entre los que se encontraba el Dr. José Granda y se le encomendó una de las
inspecciones más importantes por la laboriosidad y responsabilidad que
requería, como era la de instrucción media.
Cuando
más tarde se encomendó la instrucción a los colegios departamentales, se
designó al Dr. Granda para que desempañara el cargo de Inspector de Instrucción
Primaria; en 1877 funda “El Instituto Científico”, del que era propietario y en
el que puso en práctica toda su experiencia adquirida en sus largos años de los
servicios prestados a la nación. Este plantel dio brillantes
promociones para la universidad, la Escuela de Ingenieros, las casas
comerciales y empleados para la administración.
Fue
socio fundador de la Sociedad Geográfica, de la Beneficencia Pública de la
capital y socio fundador de la Unión Católica del Perú, y en los años 1909 y
1910 fue director de la Escuela de Ingenieros de Lima.
Dedicado
por entero a la enseñanza, escribió varios textos para uso de la juventud
estudiosa, tales como Aritmética práctica demostrada y comercial, Álgebra,
Trigonometría, Historia del Perú por el método Zala y otras, además de sus
lecciones de las cátedras que regentaba, habiendo servido al país 38 años
dedicados a levantar el nivel cultural de la República.
Formó
en Lima, nuestro paisano, una familia de brillantes intelectuales, uno de sus
hijos, José Granda, fue Vocal de la Corte Superior de Lima y después Presidente
de la Corte Suprema, y otros hermanos de él fueron médicos, ingenieros y
catedráticos de la Facultad de Ciencias, en San Marcos.
Murió
en el año de 1911 a la edad de 76 años. El gobierno, en su honor, ha
dado su nombre a un Colegio Nacional y a una Escuela Fiscal de Lima, en Camaná
la calle de ingreso al sector urbano provenientemente de Arequipa lleva su
nombre.
DR.
JOSÉ MARÍA MORANTE MALDONADO
Nació
en Camaná el día 7 de octubre de 1893 en la casa ubicada en la denominada
entonces calle Puente Bolognesi N° 200-202 (hoy jirón Comercio 302),
después de hacer su información en el Colegio Nacional de Guadalupe en Lima,
cinco años interno, sirvió desde adolescente casi veinte años a Camaná como
maestro primario y fundador del deporte en 1917, hasta que el año de 1935 se
traslada a Arequipa, en la que trabaja como cronista del diario católico “El
deber”.
El
31 de marzo de 1936, se inicia oficialmente como periodista, actividad que le
abre las puertas de sus triunfos futuros, de sus tiempos futuros, de sus
vinculaciones con los historiadores de entonces; dos meses después ingresa a la
universidad y sus vinculaciones se multiplican aun más. Ya no sólo es el
periodista, sino también es el universitario, es así que se relacionan con
célebres personajes, tales como Dr. Francisco Mostajo, el historiador Santiago
Martínez, el arqueólogo Ms Leonidas Bernedo Málaga, el presbítero Mariano
Cárdenas Paz, el historiador Víctor N. Benavente, el Dr. Manuel Suárez Polar,
entre otros.
Este
último, observando las dotes intelectuales de nuestro coterráneo, lo nombra
conservador del Museo Arqueología de la Universidad San Agustín y el rector
Carlos B. Gibson lo nombra más tarde Catedrático de Historia General de Arte.
Morante estando a cargo del museo logró su organización e incremento, gracias a
las esculturas que trajo de Lima, representativas de Arequipa, las mismas que
fueron exhibidas en la exposición de París y al apoyo brindado por Isaías
Mendoza del Solar para que Morante cumpla con tales propósito al hacer
construir el Pabellón de la Cultura y dar preferencia a las salas de
Arqueología.
Morante
continúa sus actividades en el diario “El deber” hasta que un día del año 1936,
el director le encomienda entrevistar al padre Víctor N. Barriga, religioso
mercedario, aunque la primera entrevista no fue muy grata, dado el ímpetu y
acuciosidad del camanejo por saber más, consiguió finalmente ganar su amistad.
El
padre Barriga no solamente era un pródigo historiador, sino que sus
vinculaciones le permitía el acceso al archivo de Sevilla, en el que se
consignaba toda la información, sobre los hechos acaecidos en la colonia, lo
cual le permitiría estar informado mejor que nadie sobre la documentación
histórica de Arequipa y por ende de Camaná.
Esta
relación contribuyó enormemente para que Morante pudiese configurar los hechos
históricos de nuestra provincia, ya que como el mismo refiere, tuvo
un inconveniente serio en el proceso de elaboración del texto, que fue superado
con la ayuda del padre Barriga, quien, dada su influencia de notable
historiador e ilustre personaje, conduce a Morante al Archivo del Cabildo que
se guarda en la Tesorería de la Municipalidad de Arequipa, en una enorme caja
de fierro al que solo se podía acceder con licencia del alcalde y con el
control de un empleado municipal, allí Morante encontró los libros de actas de
las sesiones de Cabildo durante la colonia, libros con hojas de pergamino
amarillas que contenían todos los acontecimientos comunales de Arequipa y sus
corregimientos durante tres siglos en escritura paleográfica, evento que
propició la culminación del legado histórico que él nos dejó.
Podemos
recordar al Dr. Morante a través de su obra como hombre multifacético,
deportista y promotor del deporte, a su vez como destacado periodista que
polemizó con altura y en todo momento defendió y exaltó Camaná, así como
enalteció y demostró la valía de personajes como Lorenzo de las Llamosas, poeta
y prosador, tema que versó su tesis para obtener su bachillerato en letras, así
mismo como historiador y arqueólogo hizo valiosos aportes en diversos Congresos
y actividades sobre Historia y Arqueología.
José
María Morante, padre ejemplar de seis hijos, fallece en Lima a la edad de 83
años un 4 de enero de 1975. Ilustre hombre, cuya modestia y sencillez deja
traslucir en la redacción de su texto cumbre “La Monografía de Camaná”, cuando
se interesa porque su publicación llegue a la mayor cantidad de lectores
camanejos, siendo exiguo lo que para él le ofrecían como premio y un segundo
lugar al presentar su laboriosa obra, en uno de sus párrafos señala “ojalá que
éste trabajo sea apreciado con bondad, críticas habrán por los defectos que se
advierten en toda obra humana”.
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